Resulta sumamente irracional que, en el país en el que se ha nacido o al que se ha llegado de pequeño, uno sea relegado a un segundo plano “de repente” y con asiduidad por obra y gracia de los medios de comunicación, o que se convierta en sujeto de debate en tertulias con “expertos en yihadismo”. Esa suma de titulares, tertulias y discursos es lo que convierte ese conjunto de expresiones en un estigma.