Al colgar el teléfono, sentí inmediatamente las miradas en mi espalda, el peso de las sospechas asumidas cayendo sobre mí. Me di cuenta de que «Allahu Akbar», una expresión que usaba con toda normalidad significaba algo terriblemente distinto para aquellos que la escucharon.
Veinte años después de que el Runnymede Trust publicase su revolucionaria investigación sobre la islamofobia, un nuevo informe busca llevar el debate más allá, e identifica el fenómeno no ya como un asunto abstracto de cultura sino como lo que es: racismo antimusulmán.