¿Qué es una agresión verbal?
La agresión verbal, también llamada abuso verbal, es un tipo de violencia que se caracteriza porque pretende hacer daño a otra persona con un mensaje o un discurso hiriente. Se puede manifestar en forma de acusaciones, insultos, amenazas, juicios, críticas degradantes, ordenes agresivas, gritos o palabras descalificantes, o puede no contener insulto alguno, ya que para producir malestar psicológico no es esencial utilizar esa clase de recursos.
La agresividad verbal, además de una forma de violencia psicológica, es el modo más común del maltrato emocional: el tipo de abuso más disimulado y aceptado por la sociedad.
No existe país ni grupo social que no tenga incorporados en su lenguaje palabras soeces que se utilizan como una forma de agredir a otras personas. De una cultura a otra, incluso en algunas que hablan el mismo idioma, las palabras que se utilizan para herir pueden no tener el mismo sentido pero el efecto es el mismo: Agresión. Lo que es un hecho, es que la palabra que denigra tiene un sentido subjetivo, y es ese mismo elemento el que hace que tenga tanto poder. El uso habitual del insulto lo hace parecer normal, y es eso precisamente lo que lo hace peligroso.
¿Qué se considera violencia verbal?
El simple hecho de pronunciar frases que tienen como objetivo socavar la dignidad y la autoestima de la otra persona mediante insultos o humillación, si se da repetidamente durante un cierto tiempo, se considera violencia verbal.
Por otra parte, este tipo de violencia se puede dar tanto del hombre a la mujer como viceversa.
Existen en realidad muchísimas formas de violencia verbal, que aquí algunos ejemplos con los cuales tal vez te sientas identificada:
- Acusaciones y culpas. Él/ella te responsabiliza por todo lo malo que sucede. Tú siempre eres el culpable, el que se ha equivocado o el que ha tenido malas intenciones.
- Palabras degradantes. Puede ser una forma de violencia verbal bastante sutil e insidiosa. Te hace sentir de poco valor, aunque muchas veces pronuncie esas palabras con una sonrisa en la cara. Recuerda que todas las burlas y humillaciones son parte de la violencia verbal.
- Bloqueo del diálogo. Si no te habla, si rechaza todo tipo de comunicación cuando no está de humor o impide la resolución de conflictos mediante el diálogo, si te aísla y evita la charla, también es una forma de violencia verbal.
- Te juzga y te critica. Todo lo que haces está mal. Él/ella señala todos tus defectos y aunque dice que es para ayudarte, en realidad te está descalificando.
- Trivializar. Le resta importancia a tus opiniones sobre todos los temas. Toma algo que has dicho o hecho y lo convierte en insignificante. Si lo hace con honestidad y franqueza, este tipo de maltrato puede ser difícil de detectar. Cuando él/ella toma esta actitud, te puedes sentir confundido y tal vez creas que no le has explicado bien tu opinión.
- “Cosificación”. Te trata como si fueras una cosa. Si te dice frases como “quítate de ahí” o “muévete”.
- Gritos e insultos. Al principio puede ser en privado, pero con el tiempo, es probable que comience a gritarte o insultarte en público. Tal vez diga cosas tales como “qué tonta/o eres” o “déjalo, yo puedo hacerlo mejor”, o tal vez cosas peores.
En todos los casos, además de las palabras, también es importante el tono en el que te habla y los gestos, que pueden agregarle mucha más violencia a las frases.
Si le reprochas su actitud, es probable que él/ella reaccione de las siguientes maneras:
1. Ignora tu reclamo. Simplemente dice no saber de qué le estás hablando.
2. Minimiza la situación. Te dice que estás exagerando, que no es para tanto.
3. Genera un maltrato mayor. “Ahora vas a ver” o “Te voy a dar verdaderas razones para quejarte”.
Lamentablemente, muchas personas minimizan este tipo de situaciones, pero no deberían. El ataque verbal es tan grave como el maltrato físico. Aunque no deje huellas en el cuerpo, lastima el alma y afecta la salud mental.
Objetivos del insulto
- Denigrar la dignidad de un individuo.
- Destruir la integridad moral de una persona, mermar su imagen, que se sienta que es disminuida, rebajada o menoscabada.
- Dañar emocionalmente. Una palabra usada como arma tiene la propiedad de provocar dolor emocional, que en muchos casos, tan fuerte como el dolor físico.
- Destruir la imagen o la reputación de alguien. Eso se logra con insultos que siembran dudas sobre las inclinaciones personales, sobre su valor como individuo, sus actos privados o cualquier cosa que ponga a la persona en desmedro en su contexto social.
- Sembrar discordia entre personas o grupos sociales. En este caso el insulto tiene un fin político o de presión grupal. Se utiliza exacerbando motivos raciales, nacionalistas o de supuestas capacidades de un grupo u otro.