Publicado en Pikara Magazine por Fatima Tahiri.
Parece que los guionistas de la serie de Telecinco “El Príncipe” se empeñan en mostrar a sus espectadores la realidad de la mujer musulmana. Así aparecía hace unas semanas en un pequeño reportaje titulado “El papel de la mujer en el islam: Así es el día a día de las Fátimas reales del Príncipe” donde se explicaba que “el papel de la mujer en el marco del islam es algo que queda perfectamente reflejado en la serie “El Príncipe”. Una afirmación muy arriesgada teniendo en cuenta de que se trata de una serie de ficción en la que predomina el factor del marketing, que relega la realidad a un segundo plano para afianzar los prejuicios existentes hacia la comunidad musulmana. Un producto de venta infalible repleto de tópicos a la hora de construir el/la otro/a musulmán/a: el uso de colores, lo exótico, una historia de amor entre dos mundos opuestos y la mujer como uno de los principales objetos de diferenciación cultural.
La mujer musulmana en la serie queda representada como una mujer sumisa al hombre, sin objetivos, ni inquietudes, con poca personalidad y oprimida por la religión que la coloca en una situación de desigualdad. Esta representación da por sentado que el islam es el origen de todos los males para la mujer, en vez de buscar las causas en la herencia sociocultural patriarcal. Así una vez más se afirma en el reportaje que “para el Corán y su ley, hombre y mujer no son iguales en aspectos como la infidelidad…”. Declaración totalmente errónea ya que la desigualdad en este caso no reside en la religión, donde se trata de un pecado para ambos sexos, sino en la sociedad que considera que la infidelidad de una mujer es más grave e indigna. En todas las sociedades la cultura patriarcal destaca negativamente las actividades sexuales que realizan las mujeres. Así pues, actualmente en nuestra sociedad si un hombre mantiene relaciones con muchas personas a la vez o a lo largo de su vida es un “macho”, un “campeón”, pero si, al contrario, se trata de una mujer sería una “fresca” (es el calificativo más suave que se me ha ocurrido).
Lejos de la serie y sus tópicos, me gustaría mostrar a las Fátimas reales de España. Aunque no pueda nombrar a todas cito algunos ejemplos. En el ámbito político encontramos a mujeres como Fátima Hussein, diputada de la Asamblea de Ceuta; Mayda Daoud, portavoz del PSOE de Ceuta y Fátima Taleb, primera concejala musulmana del Ayuntamiento de Badalona. Dentro del liderazgo en la comunidad musulmana destacan Amparo Sánchez, portavoz de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia y expresidenta del Centro Cultural Islámico de Valencia; Isabel Romero, directora general del Instituto Halal y presidenta de la Junta Islámica española; y Natalia Andújar, directora de Educaislam. Laura Rodríguez Quiroga, investigadora en Euro-Mediterranean University Institute, y Wadi Daghestani son unas de las muchas mujeres comprometidas con la lucha feminista. En el deporte Zineb Laari fue condecorada como campeona nacional de Kenpo del año 2015.
Una lista de mujeres luchadoras que podría ser más larga ya que faltan por nombrar ámbitos como la moda, las finanzas, el periodismo, el derecho, la medicina, la literatura y la educación. Todo esto sin olvidar a muchas de las madres de las Fátimas que emigraron para poder ofrecer a sus hijas un futuro mejor dejando atrás a sus familias y aguantando todo tipo de dificultades y humillaciones por ellas.
Se trata de una realidad que no interesa porque no vende la Fátima que día a día lucha contra los prejuicios y contra la doble opresión patriarcal que viven las mujeres musulmanas en España. A la gente no les interesan las Fátimas, activas, con voz crítica y feministas. Porque si así fuera ¿dónde quedaría esa historia romántica orientalista donde el chico guapo occidental salva a la pobre, pero hermosa, musulmana de las garras de la opresión islámica para llevarla al magnifico y moderno mundo occidental? A mí me dan igual las historias bonitas y el marketing. Por eso hablo de mujeres musulmanas españolas, de orígenes étnicos distintos, religiosas, laicas, trabajadoras, estudiantes, mayores, jóvenes, diferentes y libres. Porque así somos las Fátimas reales.
Fátima Tahiri Simouh es Investigadora sobre jóvenes musulmanes